Si, has leído bien, te estamos recomendando visitar un cementerio, pero no uno cualquiera…
Lo que hoy en día conocemos como el cementerio de Comillas, no siempre lo fue y de ahí el interes de la visita. Dice la historia, que en el lugar que ocupa hoy el cementerio, hubo una iglesia en los siglos XV y XVI, que fue abandonada por los comillanos debido a un percance en un oficio, entre el párroco, los feligreses y el duque del infantado, por los sitios reservados a los nobles del lugar. Tras el abandono, fue utilizado como cementerio y fue Lluís Domènech i Montaner fuertemente ligado a Comillas, quien 1893 se encargó de una necesaria ampliación del mismo, conservando los restos de la iglesia, e introduciendo una de los iconos del skyline de la Villa, el Angel Exterminador de Josep Llimona, obra de estilo modernista fechada entre 1894-1895 y de obligada visita.
El acceso al cementerio se realiza por una desviación en la carretera que va hacia el pueblo desde la playa, y merece la pena acercarse.